La perspectiva de género en los datos

Fecha de la noticia: 12-12-2017

Datos abiertos y género

Más de la mitad de la población mundial son mujeres, que además juegan un papel clave en nuestra sociedad. Por ejemplo, son las mujeres las que cultivan, producen y venden más del 90% de los alimentos cultivados de forma local. Paradójicamente, esas mismas mujeres resultan beneficiarias de tan sólo el 1% de los créditos agrícolas y reciben menos del 1% de los contratos públicos. Una de las razones de esta discriminación que continúa creciendo es precisamente la escasez en la disponibilidad de los datos de género requeridos para evaluar adecuadamente las políticas públicas a este respecto y poder asegurarse así de que las mujeres son incluidas y sus necesidades particulares tenidas en cuenta.

Como vemos, lejos todavía de aprovechar los beneficios prometidos por los datos abiertos y además de sufrir la discriminación habitual por cuestiones de género, las mujeres de todo el mundo se ven ahora también forzadas a vivir una nueva forma de discriminación a través de los datos: las mujeres tienen menor presencia online que los hombres; generalmente tienen menos probabilidades de ser escuchadas en la fase de consulta y diseño de las políticas de datos; son menos valoradas en los rankings de científicos de datos e incluso muchas veces ni siquiera tienen representación en las estadísticas oficiales.

Las metas definidas a través de los Objetivos de Desarrollo Sostenible incluyen un objetivo específico para eliminar toda forma de discriminación contra las mujeres. Sin embargo, y aunque contemos ya con una gran variedad de datos desagregados por sexo, un estudio reciente de las Naciones Unidas ha detectado la existencia todavía de importantes carencias de datos de género a la hora de afrontar esas fuentes específicas de discriminación en áreas tan relevantes como la sanidad, la educación, las oportunidades económicas, la participación política o hasta la propia integridad física.

Acabar con la discriminación será una tarea todavía mucho más difícil si no se cuenta ni siquiera con los datos básicos necesarios para entender la extensión del problema y poder así darle solución. Por eso, un primer paso importante es sacar el mayor provecho posible de los datos ya disponibles pero también poder visualizar y visibilizar claramente esas carencias. El compromiso político al más alto nivel es muy alto con iniciativas como la Alianza Global de los Datos para el Desarrollo Sostenible, la Carta Internacional de los Datos Abiertos o el Consenso Africano de los Datos mostrando su apoyo explícito a políticas de datos más inclusivas. No obstante, ese compromiso no acaba de materializarse, ya que a día de hoy todavía tan sólo un 13% de los gobiernos incluyen en sus presupuestos de forma regular la recogida de datos de género.

Para cerrar esta nueva brecha de género digital será por tanto necesaria una nueva aproximación integral a la hora de identificar los datos necesarios, garantizar que esos datos se recojan y compartan en forma de datos abiertos, realizar acciones de capacitación para que las propias interesadas puedan entender y analizar esos datos por sí mismas y habilitar mecanismos de diálogo y participación para garantizar que los presupuestos públicos recogen adecuadamente estas necesidades.

En un mundo crecientemente digital, sin igualdad de datos no podremos comprender la totalidad de la realidad sobre la vida y el bienestar de las mujeres ni alcanzar una verdadera igualdad de género para hacer que todas y cada una de las mujeres sean también tenidas en cuenta.