El impacto de la inteligencia artificial en la cadena de valor de los negocios

Fecha de la noticia: 21-08-2018

IA negocios

La adopción comercial de cualquier nueva tecnología por parte de la industria y por tanto su incorporación a la cadena de valor de los negocios, en forma de innovaciones, sigue un ciclo que puede ser modelado de diferentes formas. Uno de los modelos más conocidos es el hype cycle que utiliza Gartner en sus publicaciones. En lo que se refiere a la inteligencia artificial y la ciencia de datos, la discusión actual se centra en si se ha alcanzado ya el pico de expectativas sobredimensionadas o si, por el contrario, seguiremos viendo como aumentan las promesas de nuevas y revolucionarias innovaciones.

A medida que se avanza en este ciclo lo habitual es que se produzcan nuevos avances en la tecnología (la aparición de nuevos algoritmos en el caso de la Inteligencia Artificial) o en el conocimiento de las posibilidades de aplicación comercial de estos avances (nuevos productos o productos mejorados en precio o funcionalidad). Y por supuesto cuantas más industrias y sectores se ven afectados, mayores son las expectativas que se generan.

Sin embargo los nuevos descubrimientos no se quedan sólo en el plano de la tecnología sino que es habitual que también se profundice en el estudio y comprensión del impacto económico, social, legal o ético derivado de las innovaciones que van llegando al mercado. Para cualquier negocio es esencial detectar y comprender lo antes posible cuál es el impacto que una nueva tecnología va a tener en su cadena de valor ya que de este modo podrá incorporarla entre sus capacidades antes que sus competidores y generar ventajas competitivas.

Una de las tesis más interesantes que se han publicado recientemente para modelar y comprender el impacto económico de la Inteligencia Artificial es la que propone el profesor Ajay Agrawal junto con Joshua Gans y Avi Goldfarb en su libro “Prediction Machines: The Simple Economics of Artificial Intelligence”. La premisa es muy sencilla ya que parte de establecer que desde un punto de vista meramente económico el propósito de la inteligencia artificial es reducir el coste de las predicciones.

Cuando se reduce el coste de una materia prima o tecnología, lo habitual es que la industria comience a utilizarla cada vez más, primero para los productos o servicios para los que fue ideada y más tarde para otros que se resolvían o fabricaban de otro modo. En ocasiones incluso termina afectando al valor de productos sustitutivos (que baja) y complementarios (que sube) o a otros elementos de la cadena de valor.

A pesar de que se trata de tecnologías muy complejas los autores han conseguido establecer un marco económico para entender la IA sorprendentemente sencillo. Pero pensemos en un caso concreto, familiar para todos nosotros, en el que el aumento de la precisión de las predicciones llevado al extremo podría significar, no sólo a automatizar una serie de tareas, sino a cambiar por completo las reglas de un negocio.

Como todos sabemos, Amazon utiliza Inteligencia Artificial para el sistema de recomendaciones de compra que ofrece a sus usuarios sugerencias de nuevos productos que podría interesarles adquirir. Tal y como mencionan los autores en su libro, la precisión de este sistema ronda el 5%. Esto quiere decir que los usuarios adquieren 1 de cada 20 productos que Amazon les sugieren, lo cual no está nada mal.

Si Amazon consiguiese aumentar la precisión de estas predicciones, digamos al 20%, es decir, si consiguiese que los usuarios adquiriesen 1 de cada 5 productos sugeridos, Amazon aumentaría sus beneficios enormemente y el valor de la compañía se dispararía aún más. Pero si nos imaginamos un sistema capaz de tener un precisión del 90% en las predicciones de compra de los usuarios, Amazon podría plantearse cambiar radicalmente su modelo de negocio y enviarnos los productos antes de que decidamos comprarlos ya que sólo devolveríamos 1 de cada 10. La IA no se limitaría a automatizar tareas o a mejorar nuestra experiencia de compra sino que cambiaría radicalmente la forma en la que entendemos la industria del comercio minorista.

Dado que el principal sustituto de las predicciones que nos proporciona la inteligencia artificial son las predicciones que realizamos los humanos, parece claro que nuestro valor como herramienta predictiva seguirá bajando. El avance de la ola de automatizaciones basadas en inteligencia artificial y ciencia de datos ya nos permite ver el comienzo de esta tendencia.

Por el contrario los datos de las compañías se convertirían en un activo cada vez más valioso, ya que son el principal producto complementario necesario para generar  predicciones correctas. Asimismo, los datos públicos, necesarios para enriquecer los datos de las compañías, y así hacer posibles nuevos casos de uso también aumentarían su valor.

Siguiendo esta línea de razonamiento podríamos atrevernos a establecer métricas para medir el valor de los datos públicos allí donde se utilizasen. Tan sólo tendríamos que responder la pregunta: ¿cuánto mejora la precisión de una determinada predicción si enriquecemos el entrenamiento con determinamos datos abiertos? Estas mejoras tendrían un valor concreto que nos podría dar una idea del valor económico de un conjunto de datos públicos en un escenario determinado.

El repetido mantra “los datos son el nuevo petróleo” está pasando de ser una afirmación política o de marketing a estar sustentada por la ciencia económica ya que los datos no dejan de ser la materia prima necesaria e indispensable para hacer buenas y valiosas predicciones. Y parece claro que para que el coste de las predicciones siga bajando, el valor de los datos deberá aumentar. Simple economía.


Contenido elaborado por Jose Luis Marín, Head of corporate Technology Strategy en MADISON MK y CEO de Euroalert.

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