El feminicidio, definido como el asesinato de mujeres por razones de género, sigue siendo una de las formas más extremas de violencia. En 2023, se estima que aproximadamente 85.000 mujeres y niñas fueron asesinadas en el mundo y de estas, el 60% murieron a manos de parejas íntimas o familiares, lo que equivale a 140 víctimas diarias en su entorno cercano. De acuerdo con la Organización de Naciones Unidas (ONU), el feminicidio se genera en un contexto de desigualdad, discriminación y relaciones de poder asimétricas entre hombres y mujeres.
No obstante, las cifras anteriores son una estimación, ya que la obtención de datos sobre esta materia no es sencilla y supone una serie de retos. En este artículo vamos a comentar esos desafíos, y presentar ejemplos y buenas prácticas de las asociaciones ciudadanas que trabajan por impulsar su calidad y cantidad.
Retos a la hora de recopilar datos sobre feminicidios
La comparación internacional sobre feminicidio enfrenta principalmente dos grandes asuntos: la ausencia de una definición común y la falta de estandarización.
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Ausencia de definición común
Existen diferencias legales y conceptuales importantes entre los países en cuanto a la definición del feminicidio. En América Latina, muchos países han incorporado el feminicidio como delito específico, aunque con variaciones sustanciales en los criterios legales y en la amplitud de la definición. En contraste, en Europa no existe aún una definición homogénea de feminicidio, como subraya el Instituto Europeo de Igualdad de Género (EIGE). En muchos casos, los asesinatos de mujeres por motivos de género se registran como homicidios generales o violencia doméstica, lo que invisibiliza el fenómeno y dificulta la comparación internacional.
Esta ausencia de una definición legal y conceptual común impide la comparación directa de cifras, así como el análisis regional. Además, la falta de homogeneidad metodológica provoca que las cifras de feminicidio se diluyan entre las de homicidios generales, subestimando la magnitud real del problema y dificultando el diseño de políticas públicas efectivas.
En este sentido, es necesario un esfuerzo internacional por homologar definiciones. De esa forma se podrá dimensionar el verdadero alcance del problema y combatir de manera efectiva.
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Falta de estandarización
La falta de estandarización en la recolección y publicación de datos genera profundas diferencias en la disponibilidad, apertura y calidad de la información entre países. Como en otros muchos ámbitos, los datos abiertos y estandarizados sobre feminicidios podrían ayudar a comprender el fenómeno y facilitar la implementación de políticas públicas efectivas. Sin embargo, hoy en día existe disparidad en la recogida y publicación de datos.
Actualmente, la disponibilidad de datos sobre feminicidio es desigual entre países. Nos encontramos casos en los que los datos hacen referencia a periodos diferentes, o que presentan variaciones debido a las diversas metodologías, definiciones y fuentes:
- Hay países que ofrecen datos accesibles a través de plataformas gubernamentales y/o observatorios oficiales. En estos casos, los datos provienen de organismos públicos como ministerios, institutos nacionales de estadística, observatorios de violencia de género y cortes supremas, lo que garantiza mayor fiabilidad y continuidad en la publicación de estadísticas, aunque su cobertura y metodología varían ampliamente.
- En otros casos, los datos son parciales o provienen de organizaciones no gubernamentales (ONG), observatorios independientes, redes periodísticas y académicas. Estos organismos suelen recurrir a recuentos hemerográficos o monitoreo de medios, para completar los datos institucionales. Organismos multilaterales como la Comisión Económica para América Latina y el Caribe (CEPAL), ONU Mujeres y las redes europeas de periodismo de datos intentan armonizar y comparar cifras, aunque reconocen las limitaciones derivadas de la diversidad de definiciones y metodologías.
Esta falta de un sistema unificado genera la necesidad de una triangulación de la información y produce discrepancias en las cifras reportadas. Además, dificulta obtener una visión más completa del fenómeno.
Por ello, es necesaria una estandarización en la recopilación de datos que permita contar con datos fiables y comparables para conocer la magnitud real del problema, evaluar la eficacia de las políticas públicas o diseñar estrategias de prevención efectivas.
A estos retos, habría que sumar:
- Falta de infraestructura tecnológica: sistemas judiciales y policiales desconectados generan duplicaciones u omisiones.
- Actualizaciones irregulares: muy pocos publican datos trimestrales, esenciales para políticas preventivas.
Ejemplos de iniciativas ciudadanas que recopilan datos de feminicidio
Con el fin de responder a problemática mundial, han surgido iniciativas ciudadanas y académicas que construyen bases de datos alternativas, visibilizando la violencia de género. Para ello, las organizaciones feministas y activistas han adoptado herramientas tecnológicas para rastrear feminicidios.
Un ejemplo es el Data Against Feminicide (DAF), que equipa a activistas con sistemas de alertas por correo electrónico basados en algoritmos de aprendizaje automático. La plataforma desarrolla algoritmos de machine learning que ayudan a escanear más de 50.000 fuentes diarias de noticias en varios idiomas para identificar posibles casos de feminicidio, priorizando las regiones de interés de las activistas y permitiendo que estas añadan fuentes locales. A diferencia de los sistemas genéricos, el enfoque de DAF es colaborativo: los participantes entrenan los algoritmos, revisan los resultados y corrigen sesgos, incluyendo la identificación de transfeminicidios o la interpretación de lenguaje sesgado en los medios. Así, la tecnología no reemplaza el análisis humano, sino que reduce la carga de trabajo y permite focalizar esfuerzos en la verificación y contextualización de los casos.
Aunque la transparencia y los datos abiertos son un primer paso, los proyectos ciudadanos como los apoyados por el DAF operan con criterios adicionales que enriquecen los resultados:
- Datos con memoria: cada registro incluye nombre, historia personal y contexto comunitario.
- Transparencia radical: utilizan metodologías y herramientas de código abierto.
- Justicia restaurativa: los datos alimentan campañas de incidencia y acompañamiento a familias.
Asimismo, el DAF destaca la necesidad de proteger y cuidar a las personas que recaban estos datos, dado el impacto emocional que implica su labor. Así, se visibiliza también la dimensión humana y ética del trabajo con datos sobre feminicidio.
Otro ejemplo es Feminicidio Uruguay, que ha documentado casos desde 2001 mediante monitoreo de prensa y colaboración con la Coordinadora de Feminismos. Sus hallazgos clave incluyen que el 78% de los agresores eran conocidos de la víctima; que el 42% de los feminicidios ocurrieron en el hogar, y que solo el 15% de las víctimas había realizado denuncia previa. Este proyecto inspiró la creación del Registro Nacional de Femicidios de la Justicia Argentina, que desde 2017 publica datos abiertos anuales con detalles de víctimas, agresores y contexto de los casos.
Además de las iniciativas por países, también encontramos iniciativas supranacionales que tratan de unificar datos en diversas regiones. Iniciativas como el Estándar Regional de Datos de Femicidios (ILDA) buscan superar estas barreras mediante:
- Protocolos unificados de recolección.
- Plataformas colaborativas de entrenamiento técnico.
- Alianzas intergubernamentales para validación jurídica.
El caso de España
Ante esta situación internacional, España se presenta como un caso pionero en la materia. Desde 2022, se contabilizan oficialmente todos los tipos de feminicidios, no solo los cometidos por parejas o exparejas, sino también los familiares, sexuales, sociales y vicarios. El principal portal español de datos estadísticos sobre feminicidio es el portal estadístico de la Delegación del Gobierno contra la Violencia de Género, disponible en una web dedicada. Este espacio reúne datos oficiales sobre feminicidios y violencia de género, permitiendo consultar, cruzar y descargar información en diferentes formatos, y es la referencia institucional para el seguimiento y análisis de estos crímenes en España. Esta nueva metodología responde al cumplimiento del Convenio de Estambul y busca reflejar la totalidad de la violencia extrema contra las mujeres.
La colaboración con la sociedad civil y personas expertas ha sido clave para definir tipologías y mejorar la calidad y apertura de los datos. El acceso ciudadano es amplio y los datos se difunden en informes, conjuntos de datos y boletines públicos.
Conclusión
En resumen, la apertura y estandarización de los datos sobre feminicidio no solo son herramientas técnicas, sino también actos de justicia y memoria colectiva. Allí donde los Estados colaboran con la sociedad civil, los datos resultan más completos, transparentes y útiles para la prevención y la rendición de cuentas. Sin embargo, la persistencia de vacíos y metodologías dispares en muchos países siguen dificultando una respuesta global efectiva ante el feminicidio. Superar estos retos requiere fortalecer la colaboración internacional, adoptar estándares comunes y garantizar la participación de quienes documentan y acompañan a las víctimas. Solo así los datos podrán transformar la indignación en acción y contribuir a erradicar una de las formas más extremas de violencia de género.
Contenido elaborado por Miren Gutiérrez, Doctora e investigadora en la Universidad de Deusto, experta en activismo de datos, justicia de datos, alfabetización de datos y desinformación de género. Los contenidos y los puntos de vista reflejados en esta publicación son responsabilidad exclusiva de su autor
La igualdad efectiva entre hombres y mujeres es una meta común a alcanzar como sociedad. Así lo recoge la Organización de las Naciones Unidas (ONU), que contempla "Lograr la igualdad de género y empoderar a todas las mujeres y niñas" como uno de los Objetivos de Desarrollo Sostenible a alcanzar en 2030.
Para ello, es fundamental disponer de datos de calidad que nos muestren la realidad y las situaciones de riesgo y vulnerabilidad a las que se enfrentan las mujeres. Solo así se podrán diseñar políticas efectivas más equitativas e informadas, en materias como la violencia contra la mujer o la lucha por romper los techos de cristal. Esto ha llevado a que cada vez más organismos abran datos relacionados con la desigualdad de género. Sin embargo, de acuerdo con la propia ONU, menos de la mitad de los datos necesarios para supervisar dicho objetivo están actualmente disponibles.
¿Qué datos son necesarios?
Para conocer la situación real de las mujeres y las niñas en el mundo es necesario incluir sistemáticamente un análisis de género en todas las etapas de la producción de estadísticas. Esto implica desde utilizar conceptos sensibles al género hasta ampliar las fuentes de información para poder evidenciar fenómenos que en la actualidad no se están midiendo.
Cuando se habla de datos de género no solo se hace referencia a los datos desglosados por sexo. También es necesario que los datos se basen en conceptos y definiciones que reflejen adecuadamente la diversidad de mujeres y hombres, captando todos los aspectos de sus vidas y especialmente aquellas áreas que más susceptibles de presentar desigualdades. Además, los métodos de recogida de datos deben tener en cuenta los estereotipos y los factores sociales y culturales que pueden inducir un sesgo de género en los datos.
Recursos para incorporar la perspectiva de género en los datos
Desde datos.gob.es ya hemos abordado esta cuestión en otros contenidos, aportando algunas primeras pistas sobre la creación de conjuntos de datos con perspectiva de género, pero cada vez son más los organismos que se implican en esta materia, elaborando materiales que pueden ayudar a paliar esta cuestión.
La División de Estadística de la ONU elaboró el informe “Integrating a Gender Perspective into Statistics” con el fin de proporcionar la información metodológica y analítica necesaria para mejorar la disponibilidad, la calidad y el uso de las estadísticas de género. El informe se centra en 10 temas: educación; trabajo; pobreza; medio ambiente; seguridad alimentaria; poder y toma de decisiones; población, hogares y familias; salud; migración, desplazados y refugiados; y violencia contra la mujer. Para cada tema se detallan las cuestiones de género a abordar, los datos necesarios para ello, fuentes de datos a considerar y cuestiones conceptuales y de medición específicas. El informe también aborda de manera transversal cómo generar encuestas, realizar el análisis de los datos o generar visualizaciones adecuadas.
Las Agencias de la ONU también trabajan en esta materia desde sus diversas áreas de acción. Por ejemplo, desde Unicef también han desarrollado guías de interés como “Gender statistics and administrative data systems”, que recopila recursos como marcos conceptuales y estratégicos, herramientas prácticas y casos de uso, entre otros.
Otro ejemplo es el Banco Mundial. Este organismo cuenta con un portal de datos con perspectiva de género, donde ofrece indicadores y estadísticas sobre diversos aspectos como salud, educación, violencia o empleo. Los datos pueden descargarse en CSV o Excel, aunque también se muestran a través de narraciones y visualizaciones, que facilitan su comprensión. Además, se puede acceder a ellos a través de una API. Este portal también incluye una sección donde se recopilan herramientas y directrices para mejorar la recogida de datos, el uso y la difusión de las estadísticas de género. Estos materiales están enfocados en sectores concretos, como el agroalimentario o el trabajo doméstico. También tiene una sección de cursos, donde podemos encontrar, entre otros, formaciones para comunicar y utilizar las estadísticas de género.
Iniciativas en España
Si nos centramos en nuestro país, también encontramos iniciativas muy interesantes. Ya hemos hablado en otras ocasiones de GenderDataLab.org, un repositorio de datos abiertos con perspectiva de género. En su web también incluyen guías sobre cómo generar y compartir estos conjuntos de datos. Si quieres saber más sobre este proyecto, te invitamos a ver esta entrevista con Thais Ruiz de Alda, fundadora y CEO de Digital Fems, una de las entidades detrás de esta iniciativa.
Además, cada vez más organismos están poniendo en práctica mecanismos para publicar conjuntos de datos con perspectiva de género. El Gobierno de Canarias ha creado la herramienta web "Canarias con perspectiva" con el fin de aunar distintas fuentes estadísticas y ofrecer un cuadro de mando con datos desagregados por sexo, que se actualizan de forma continua. Otro proyecto a destacar es la web "Mujeres y Hombres en Canarias", fruto de una operación estadística diseñada por el Instituto Canario de Estadística (ISTAC) en colaboración con el Instituto Canario de Igualdad. En ella se recopila información proveniente de distintas operaciones estadísticas y se analiza desde una perspectiva de género.
Desde la Generalitat de Catalunya también han incluido esta cuestión en su Plan de Gobierno. En el informe "Prioritisation of open data relating to gender inequality for the Government of Catalonia" recopilan bibliografía y experiencias locales e internacionales que pueden servir de inspiración tanto para la publicación como para el uso de este tipo de conjuntos de datos. El informe también propone una serie de indicadores a tener en cuenta y detalla algunos datasets cuya apertura es necesaria.
Estos son solo algunos ejemplos que muestran el compromiso de asociaciones civiles y organismos públicos por esta materia. Un campo en el que hay que seguir trabajando para contar con los datos necesarios para poder evaluar la situación real de la mujer en el mundo y diseñar así soluciones políticas que permitan un mundo más justo para todos.
Hoy 8 de marzo es el día que conmemoramos la lucha de las mujeres por lograr su plena participación en la sociedad, además de dar visibilidad a la desigualdad actual de género y reivindicar la acción global por una igualdad efectiva de derechos en todos los ámbitos.
Sin embargo, los datos parecen indicar que todavía nos queda camino por recorrer en este aspecto. El 70% de los 1.300 millones de personas que viven en condiciones de pobreza son mujeres. Las mujeres predominan en la producción mundial de alimentos (hasta el 80% en algunas zonas), pero poseen menos del 10% de la tierra. El 80% de las personas desplazadas por desastres y cambios relacionados con el clima en todo el mundo son mujeres y niñas. Y la situación para las mujeres no ha hecho más que empeorar debido a la pandemia, haciendo que la estimación del tiempo necesario para cerrar la brecha de género actual crezca ahora hasta más de 135 años.
La importancia de los datos en la lucha por la igualdad
Es por tanto un hecho que las mujeres se han quedado retrasadas en muchos de los indicadores de desarrollo sostenible, una desigualdad que además se está también replicando en el mundo digital – y que incluso se amplifica a través del cada vez más frecuente uso de algoritmos que carecen también de los datos de entrenamiento necesarios para ser representativos de la realidad de las mujeres. Pero también es un hecho que ni siquiera contamos con todos los datos necesarios para conocer con certeza cuál es la situación a la que nos enfrentamos con respecto a un gran número de indicadores clave.
Existe una escasez generalizada de datos de género que afecta a todos los sectores económicos y sociales. El Banco Mundial, la Unión Europea, la OECD, las Naciones Unidas, UNICEF, la ITU o el IMF – son cada vez más los organismos internacionales que están llevando a cabo sus esfuerzos particulares para recopilar sus propias bases de datos de género. No obstante, siguen faltando indicadores en múltiples aspectos clave, además de otras carencias importantes en cuanto a calidad de los datos actuales que frecuentemente están incompletos u obsoletos.
Esta carencia de datos es algo que puede resultar particularmente problemático cuando hablamos, por ejemplo, de temas tan sensibles como la violencia de género – un área en la que afortunadamente cada vez contamos con más datos a nivel global, e incluso algunos grandes ejemplos esperanzadores como la iniciativa de datos sobre feminicidios liderada por ILDA. Esto es un avance muy importante porque resulta todavía más difícil mejorar cuando ni siquiera sabemos cuál es la situación actual. Y es que los datos, y las políticas de gobernanza que creamos para gestionarlos, también pueden ser sexistas.
Los datos son herramientas que sirven para tomar mejores decisiones y elaborar mejores políticas. Nos permiten establecer objetivos y medir nuestros avances. Los datos se han convertido por tanto en una herramienta indispensable para crear un impacto social en las comunidades. Es por todo ello que la falta de datos sobre la vida de las mujeres y de las niñas es tan perjudicial.
Cómo abordar la brecha de género desde los datos
A la hora de buscar soluciones para este problema, y trabajar así por la equidad de género también a través de los datos, es crucial que involucremos a los protagonistas y que les demos voz. Así, a través de sus propias experiencias, podremos desarrollar procesos más inclusivos para la recopilación, el análisis y la publicación de datos. De este modo estaremos en una posición mucho mejor a la hora de utilizar los datos como una herramienta de inclusión para abordar la igualdad de género. El excelente manual del feminismo de datos escrito por Catherine D’Ignazio y Lauren Klein nos ofrece una serie de estrategias y principios que nos servirán de guía para poder conseguirlo:
- Examinar el poder – El feminismo de datos empieza por analizar cómo opera el poder en el mundo.
- Desafiar el poder – Debemos comprometernos a cuestionar las estructuras de poder cuando son desiguales y a trabajar por la equidad.
- Potenciar las emociones y la personificación – El feminismo de datos nos enseña a valorar múltiples formas de conocimiento, incluyendo los que provienen de las personas.
- Repensar los binarismos y las jerarquías – Debemos desafiar el binarismo de género, así como otros sistemas de cuantificación y clasificación que podrían dar lugar a distintas formas de marginación.
- Adoptar el pluralismo – El conocimiento más completo surge de sintetizar múltiples perspectivas, priorizando los saberes locales y las experiencias.
- Considerar el contexto – Los datos no son neutrales ni objetivos. Son productos de relaciones sociales desiguales, y entender ese contexto será esencial a la hora de realizar un análisis ético y preciso.
- Hacer visible el trabajo – El trabajo de la ciencia de datos es producto de la colaboración de muchas personas. Se debe hacer visible toda esa labor, para que pueda ser reconocida y valorada.
Nuestras opciones para contribuir a reducir la brecha de datos
Para poder avanzar en esta lucha por la igualdad necesitamos muchos más datos desagregados por género, que reflejen adecuadamente las inquietudes de las mujeres y las niñas, su diversidad y todos los aspectos de sus vidas. Todos podemos y debemos contribuir a llamar la atención sobre las desventajas que sufren las mujeres a través de los datos. Algunos consejos al respecto son:
- Comencemos por recopilar y publicar datos siempre desglosados por género.
- Utilicemos siempre a las mujeres como grupo de referencia en nuestros cálculos cuando estemos tratando desigualdades que les afectan directamente.
- Documentemos las decisiones que tomamos y nuestras metodologías a la hora de trabajar con los datos de género, incluyendo cualquier cambio nuestros enfoques a lo largo del tiempo y su justificación.
- Compartamos siempre los datos en bruto y de forma completa en un formato abierto y reutilizable. De este modo, aunque no hayamos puesto el foco en los retos que afrontan las mujeres, al menos otros podrán hacerlo usando los mismos datos.
Entre todos podemos conseguir que lo invisible se haga visible y que finalmente todas y cada una de las mujeres y niñas del mundo sean tenidas en cuenta. La situación es urgente y éste es el momento de hacer una apuesta decidida para cerrar la brecha de datos como herramienta necesaria a la hora de acabar con la brecha de género también.
Contenido elaborado por Carlos Iglesias, Open data Researcher y consultor, World Wide Web Foundation. Los contenidos y los puntos de vista reflejados en esta publicación son responsabilidad exclusiva de su autor.
Los datos abiertos, al igual que han contribuido en otros campos, como la sanidad, el turismo o el emprendimiento, pueden ser una herramienta muy útil para ayudar a conseguir la igualdad de género. Pero antes es necesario superar una serie de retos, entre los que destacan:
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La existencia de una brecha de género en los datos: los datos desagregados por sexo permiten entender si existen desigualdades entre las personas de distinto género y tomar decisiones que puedan ayudar a reducir dichas desigualdades. Sin embargo, todavía hay importantes carencias en este tipo de datos.
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La poca presencia de mujeres en el ecosistema de los datos abiertos: Al igual que pasa en otros sectores tecnológicos, la cantidad de mujeres que forma parte del ecosistema de los datos abiertos es menor que la de hombres. Esto hace que su visión y sus preocupaciones queden a veces fuera de la mesa de debate. Como ejemplo, The Feminist Open Government Initiative, creada para alentar a los gobiernos y la sociedad civil a defender los avances de género en un contexto de gobierno abierto, pero que está gestionado principalmente por integrantes del género masculino.
Para solucionar estos retos, se han creado diversos grupos de mujeres, como Open Heroine, integrado por más de 400 mujeres a nivel mundial que trabajan en los campos de gobierno abierto, datos abiertos y tecnología cívica. Se trata de un espacio virtual donde las mujeres pueden compartir sus experiencias y reflexionar sobre los desafíos que afrontan, así como impulsar una mayor presencia de mujeres en los grupos de debate sobre datos abiertos. Esta asociación fue la responsable de uno de los pre-eventos celebrado en el marco de la última Conferencia Internacional de Datos Abiertos. A través de un formato “do-a-thon” crearon grupos de trabajo para tratar de dar solución, a través del uso de los datos, a retos como la prevención de feminicidios o la brecha de género en los datos en la ciudad de Buenos Aires.
En España, también se está tratando de impulsar la presencia de las mujeres en estos campos, aunque de manera más general. Por ejemplo, el proyecto “Quiero ser ingeniera”, de la Universidad de Granada, busca impulsar la presencia femenina en las carreras relacionadas con las STEM (Ciencia, Tecnología, Ingeniería y Matemáticas). Para ello se realizan visitas a centros de Educación secundaria, y se celebra una Feria de la Ingeniería y un campus de verano. Hay que tener en cuenta que de acuerdo con los datos del Ministerio de Educación aunque las mujeres representan un 54% de la población universitaria española, solo suponen el 10% del alumnado en las carreras TIC.
Otro ejemplo es el espacio “Mujeres y datos abiertos”, de la Iniciativa Barcelona Open Data, donde se muestran visualizaciones fruto de 3 eventos organizados por esta organización para explorar fuentes de datos abiertos y solucionar retos sociales relacionados con las mujeres: Datos X Mujeres, Wiki-Data-Thon e Índice Pobreza mujeres y precariedad. Estas visualizaciones permiten ver las diferencias de género en ámbitos como los cuidados en el hogar o el callejero de grandes ciudades como Barcelona. Además impulsan la creación de soluciones digitales que permitan dar una respuesta a estas diferencias.
Las mujeres son el 50% de la sociedad y como tal deberían estar representadas en todos los ámbitos. Aunque su presencia es cada mayor en la comunidad de datos abiertos (como mostró el Encuentro Aporta), todavía queda trabajo por hacer: son necesario más datos de género y más espacios donde analizar y tratar de resolver los retos que las mujeres tienen por delante utilizando datos abiertos.