Open Access: la vía verde, la vía dorada y la vía híbrida

Fecha de la noticia: 26-11-2019

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El actual sistema de difusión, escrutinio y discusión de las investigaciones en revistas académicas se construyó desde sus inicios sobre la idea de que la ciencia y el conocimiento solo podían avanzar a través de un intercambio transparente y abierto de ideas respaldado por la evidencia experimental. Para cumplir este objetivo y garantizar la credibilidad y aceptación del nuevo conocimiento es vital mantener un elevado estándar de calidad en los artículos científicos  publicados, lo cual se consigue a través de mecanismos de revisión por pares.

A pesar de sus limitaciones, el sistema se fue consolidando en la mayor parte de las disciplinas científicas de modo que, desde la segunda mitad del siglo XX, ha sido el vehículo principal a través del que los científicos han dado a conocer sus descubrimientos y han construido sus carreras. Existen revistas académicas en todas las disciplinas de la ciencia, desde las más conocidas como Nature o Science, hasta cualesquiera de los cientos de publicaciones más o menos especializadas que publican editores como Oxford University Press o Springer.

De este modo hemos conocido grandes avances científicos como la formulación definitiva de la “Teoría general de la relatividad” que Albert Einstein publicó en 1916 en la revista científica “Annalen der Physik” o el de la estructura molecular del ADN en forma de doble hélice, publicado por James Watson y Francis Crick con datos del trabajo de Rosalind Franklin en la más conocida revista Nature en 1953. Y lo que es más importante todos estos grandes científicos construyeron su trabajo y sus decisivos descubrimientos sobre las publicaciones científicas de sus predecesores en sus respectivos campos haciendo buena la visión de Sir Isaac Newton en el siglo XVII: “Si he visto más lejos es porque estoy sentado sobre los hombros de gigantes”.

Sin embargo, ya desde los años 40 del siglo XX comenzaron las primeras voces en defensa de una mayor apertura del conocimiento científico debido al elevado coste de acceso a las publicaciones académicas. Debido a este coste, el acceso al conocimiento existente en sus campos quedaba vedado para investigadores que no trabajasen para grandes instituciones académicas o científicas que pudiesen pagar las suscripciones a estas publicaciones.

Es a partir de los años 70, y gracias a una incipiente internet, cuando un creciente número de investigadores, principalmente relacionados con la informática y las comunicaciones, comenzó a desafiar el sistema, publicando sus trabajos en repositorios ftp de acceso libre. A comienzos de los años 90, con la generalización del acceso a Internet y la Web en las instituciones académicas, se produjo una explosión del interés en el acceso abierto a las publicaciones científicas, que ya resultaría imparable. Por ejemplo, el ahora muy popular arXiv.org, que se considera como el primer archivo científico gratuito en internet, fue iniciado en 1991 por Paul Ginsparg como un servicio para la comunidad científica del campo de la física.

Suele considerarse que 1994, con la publicación en un grupo de noticias de Usenet del texto una “propuesta subversiva”, es el año en que comienza el actual movimiento “open access”, aunque no fue bautizado con este nombre hasta el año 2002 en la primera declaración oficial de la  Budapest Open Access Initiative, promovida por Open Society.

Si atendemos a la definición contenida en esta declaración, por “acceso abierto” a la literatura científica nos referimos a “su disponibilidad gratuita en Internet público, permitiendo a cualquier usuario leer, descargar, copiar, distribuir, imprimir, buscar o usarla con cualquier propósito legal, sin ninguna barrera financiera, legal o técnica, fuera de las que son inseparables de las que implica acceder a Internet mismo.” Y respecto a los derechos sobre su contenido, “la única limitación en cuanto a reproducción y distribución y el único rol del copyright en este dominio, deberá ser dar a los autores el control sobre la integridad de sus trabajos y el derecho de ser adecuadamente reconocidos y citados”.

Las diferentes variantes de publicación en acceso abierto se nombran utilizando un sistema de códigos de color. Las 3 vías más reconocidas son "verde", "dorado" e "híbrido", con diferente grado de reconocimiento e implantación en editoriales científicas. Las dos primeras, aún sin ese nombre, fueron las originalmente definidas en la declaración de Budapest. Aunque no es un tema bien estudiado, un trabajo publicado en 2018 estimó que en el año 2015 el 28% de la literatura científica ya era de acceso abierto y que ese año lo fueron un 45% de las nuevas publicaciones.

Las revistas de acceso abierto dorado (“golden open access”), son aquellas en las  que el artículo y su contenido relacionado están disponibles de forma gratuita y sin restricciones de acceso en el sitio web de la publicación desde el primer momento. En estas publicaciones, los artículos otorgan licencias Creative Commons o similares para compartirlos y reutilizarlos. Debido a que no hay ingresos por las suscripciones, lo más habitual en estos casos es que los autores tengan que financiar los costes de procesamiento de los artículos (APC), que en muchos casos están en el orden de los miles de euros. El principal mecanismo para localizar estas revistas es el “Directory of Open Access Journals (DOAJ)”, que es un directorio gestionado por la comunidad cuya misión es aumentar la visibilidad, la accesibilidad, la reputación, el uso y el impacto de las revistas académicas de investigación de acceso abierto, revisadas por expertos y de calidad.

Las revistas de acceso abierto híbridas (“hybrid open access”) son aquellas que contienen una mezcla de artículos de acceso abierto y artículos de acceso por suscripción. Los editores que siguen este modelo solo proporcionan acceso abierto para aquellos artículos individuales por los cuales los autores pagan una tarifa de publicación o de procesamiento de los artículos. Las revistas de prestigio suelen cobrar varios miles de dólares por utilizar la “ruta de publicación open access”. Por ejemplo Oxford University Press tiene tarifas que van desde las 1.000 a las 2.500 libras por artículo.

Debido al elevado coste que suele tener el acceso abierto dorado e híbrido, es frecuente que los autores utilicen el acceso abierto verde (“green open access”), que consiste en depositar una versión del artículo en un repositorio de acceso abierto tal y como se hacía en los inicios del movimiento. En este caso puede haber limitaciones en los derechos para compartir y reutilizar el contenido y puede que no estén disponibles en el momento de su publicación por las condiciones que pueda imponer el editor de la revista académica por suscripción en la que haya sido publicado. El “Registro de Repositorios de Acceso Abierto” (ROAR), fundado por la Universidad de Southampton, lista más de 4.000 de estos repositorios institucionales e interinstitucionales, 176 de ellos localizados en España.

El cambio necesario para conseguir que los resultados de la investigación científica estén disponibles de forma gratuita para los lectores ha sido una estrategia central en la Comisión Europea para mejorar la circulación del conocimiento y la innovación. Ya en 2006 el Consejo Consultivo Europeo de Investigación (EURAB) publicó su Informe final "Publicación científica - Política sobre acceso abierto" y el Consejo Europeo de Investigación (ERC) publicó la “Declaración del Consejo Científico sobre acceso abierto”. En 2012 la Comisión Europea alentó a todos los Estados miembros de la UE a poner resultados de investigación financiados con fondos públicos en la esfera pública para mejorar la ciencia y fortalecer su economía basada en el conocimiento a través de la recomendación C(2012) 4890.

Como ejemplo del compromiso con el acceso abierto la Comisión Europea incluyó la obligación de que todos los proyectos financiados por los cerca de 80.000 millones de euros del programa Horizonte 2020 deberían asegurarse de que cualquier artículo de revista revisado por pares que publiquen sea de acceso abierto y gratuito (artículo 29.2. Modelo de acuerdo de subvención). Además la Comisión está vinculando las políticas de apertura de los artículos académicos a los datos que provienen de las investigaciones científicas, esto es, los datos subyacentes a las publicaciones y / u otros datos como conjuntos de datos en bruto o procesados pero no publicados. Y es por ello que, al igual que el G20 ha respaldado los principios FAIR (Findable, Accesible, Interoperable, Reusable) para la gestión y administración de datos científicos.

Desde luego es una gran noticia que los fines de un movimiento que comenzó como una “propuesta subversiva” desde el interior de la propia comunidad científica que deseaba publicar de forma abierta los frutos de sus investigaciones, sean ahora compartidos por gobiernos e instituciones. De modo similar a lo que ocurre respecto a la apertura de datos como impulsor de la transparencia y la innovación, hoy en día, existen pocas voces que se atrevan a poner en duda que hacer que los resultados de la investigación científica sean más accesibles contribuye a una ciencia mejor y más eficiente. Y es que el cocimiento en manos, no solo de científicos y académicos, sino de maestros, estudiantes y otras mentes curiosas permite además enriquecer la educación, compartir el aprendizaje con los menos favorecidos y como soñaron en la declaración de Budapest “sentar los cimientos para unir a la humanidad en una conversación intelectual común y en la búsqueda del conocimiento”.


Contenido elaborado por Jose Luis Marín, Head of corporate Technology Strategy en MADISON MK y CEO de Euroalert.

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