Data publicación 11/08/2025
Data actualización 31/08/2025
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Descrición

El feminicidio, definido como el asesinato de mujeres por razones de género, sigue siendo una de las formas más extremas de violencia. En 2023, se estima que aproximadamente 85.000 mujeres y niñas fueron asesinadas en el mundo y de estas, el 60% murieron a manos de parejas íntimas o familiares, lo que equivale a 140 víctimas diarias en su entorno cercano. De acuerdo con la Organización de Naciones Unidas (ONU), el feminicidio se genera en un contexto de desigualdad, discriminación y relaciones de poder asimétricas entre hombres y mujeres.

No obstante, las cifras anteriores son una estimación, ya que la obtención de datos sobre esta materia no es sencilla y supone una serie de retos. En este artículo vamos a comentar esos desafíos, y presentar ejemplos y buenas prácticas de las asociaciones ciudadanas que trabajan por impulsar su calidad y cantidad.

Retos a la hora de recopilar datos sobre feminicidios

La comparación internacional sobre feminicidio enfrenta principalmente dos grandes asuntos: la ausencia de una definición común y la falta de estandarización.

  1. Ausencia de definición común

Existen diferencias legales y conceptuales importantes entre los países en cuanto a la definición del feminicidio. En América Latina, muchos países han incorporado el feminicidio como delito específico, aunque con variaciones sustanciales en los criterios legales y en la amplitud de la definición. En contraste, en Europa no existe aún una definición homogénea de feminicidio, como subraya el Instituto Europeo de Igualdad de Género (EIGE). En muchos casos, los asesinatos de mujeres por motivos de género se registran como homicidios generales o violencia doméstica, lo que invisibiliza el fenómeno y dificulta la comparación internacional.

Esta ausencia de una definición legal y conceptual común impide la comparación directa de cifras, así como el análisis regional.  Además, la falta de homogeneidad metodológica provoca que las cifras de feminicidio se diluyan entre las de homicidios generales, subestimando la magnitud real del problema y dificultando el diseño de políticas públicas efectivas.

En este sentido, es necesario un esfuerzo internacional por homologar definiciones. De esa forma se podrá dimensionar el verdadero alcance del problema y combatir de manera efectiva.

  1. Falta de estandarización

La falta de estandarización en la recolección y publicación de datos genera profundas diferencias en la disponibilidad, apertura y calidad de la información entre países. Como en otros muchos ámbitos, los datos abiertos y estandarizados sobre feminicidios podrían ayudar a comprender el fenómeno y facilitar la implementación de políticas públicas efectivas. Sin embargo, hoy en día existe disparidad en la recogida y publicación de datos.

Actualmente, la disponibilidad de datos sobre feminicidio es desigual entre países. Nos encontramos casos en los que los datos hacen referencia a periodos diferentes, o que presentan variaciones debido a las diversas metodologías, definiciones y fuentes:

  • Hay países que ofrecen datos accesibles a través de plataformas gubernamentales y/o observatorios oficiales. En estos casos, los datos provienen de organismos públicos como ministerios, institutos nacionales de estadística, observatorios de violencia de género y cortes supremas, lo que garantiza mayor fiabilidad y continuidad en la publicación de estadísticas, aunque su cobertura y metodología varían ampliamente.
  • En otros casos, los datos son parciales o provienen de organizaciones no gubernamentales (ONG), observatorios independientes, redes periodísticas y académicas. Estos organismos suelen recurrir a recuentos hemerográficos o monitoreo de medios, para completar los datos institucionales. Organismos multilaterales como la Comisión Económica para América Latina y el Caribe (CEPAL), ONU Mujeres y las redes europeas de periodismo de datos intentan armonizar y comparar cifras, aunque reconocen las limitaciones derivadas de la diversidad de definiciones y metodologías.

Esta falta de un sistema unificado genera la necesidad de una triangulación de la información y produce discrepancias en las cifras reportadas. Además, dificulta obtener una visión más completa del fenómeno.

Por ello, es necesaria una estandarización en la recopilación de datos que permita contar con datos fiables y comparables para conocer la magnitud real del problema, evaluar la eficacia de las políticas públicas o diseñar estrategias de prevención efectivas.

A estos retos, habría que sumar:

Ejemplos de iniciativas ciudadanas que recopilan datos de feminicidio

Con el fin de responder a problemática mundial, han surgido iniciativas ciudadanas y académicas que construyen bases de datos alternativas, visibilizando la violencia de género. Para ello, las organizaciones feministas y activistas han adoptado herramientas tecnológicas para rastrear feminicidios.

Un ejemplo es el Data Against Feminicide (DAF), que equipa a activistas con sistemas de alertas por correo electrónico basados en algoritmos de aprendizaje automático. La plataforma desarrolla algoritmos de machine learning que ayudan a escanear más de 50.000 fuentes diarias de noticias en varios idiomas para identificar posibles casos de feminicidio, priorizando las regiones de interés de las activistas y permitiendo que estas añadan fuentes locales. A diferencia de los sistemas genéricos, el enfoque de DAF es colaborativo: los participantes entrenan los algoritmos, revisan los resultados y corrigen sesgos, incluyendo la identificación de transfeminicidios o la interpretación de lenguaje sesgado en los medios. Así, la tecnología no reemplaza el análisis humano, sino que reduce la carga de trabajo y permite focalizar esfuerzos en la verificación y contextualización de los casos.

Aunque la transparencia y los datos abiertos son un primer paso, los proyectos ciudadanos como los apoyados por el DAF operan con criterios adicionales que enriquecen los resultados:

  1. Datos con memoria: cada registro incluye nombre, historia personal y contexto comunitario.
  2. Transparencia radical: utilizan metodologías y herramientas de código abierto.
  3. Justicia restaurativa: los datos alimentan campañas de incidencia y acompañamiento a familias.

Asimismo, el DAF destaca la necesidad de proteger y cuidar a las personas que recaban estos datos, dado el impacto emocional que implica su labor. Así, se visibiliza también la dimensión humana y ética del trabajo con datos sobre feminicidio.

Otro ejemplo es Feminicidio Uruguay, que ha documentado casos desde 2001 mediante monitoreo de prensa y colaboración con la Coordinadora de Feminismos. Sus hallazgos clave incluyen que el 78% de los agresores eran conocidos de la víctima; que el 42% de los feminicidios ocurrieron en el hogar, y que solo el 15% de las víctimas había realizado denuncia previa. Este proyecto inspiró la creación del Registro Nacional de Femicidios de la Justicia Argentina, que desde 2017 publica datos abiertos anuales con detalles de víctimas, agresores y contexto de los casos.

Además de las iniciativas por países, también encontramos iniciativas supranacionales que tratan de unificar datos en diversas regiones. Iniciativas como el Estándar Regional de Datos de Femicidios (ILDA) buscan superar estas barreras mediante:

  • Protocolos unificados de recolección.
  • Plataformas colaborativas de entrenamiento técnico.
  • Alianzas intergubernamentales para validación jurídica.

El caso de España

Ante esta situación internacional, España se presenta como un caso pionero en la materia. Desde 2022, se contabilizan oficialmente todos los tipos de feminicidios, no solo los cometidos por parejas o exparejas, sino también los familiares, sexuales, sociales y vicarios. El principal portal español de datos estadísticos sobre feminicidio es el portal estadístico de la Delegación del Gobierno contra la Violencia de Género, disponible en una web dedicada. Este espacio reúne datos oficiales sobre feminicidios y violencia de género, permitiendo consultar, cruzar y descargar información en diferentes formatos, y es la referencia institucional para el seguimiento y análisis de estos crímenes en España. Esta nueva metodología responde al cumplimiento del Convenio de Estambul y busca reflejar la totalidad de la violencia extrema contra las mujeres.

La colaboración con la sociedad civil y personas expertas ha sido clave para definir tipologías y mejorar la calidad y apertura de los datos. El acceso ciudadano es amplio y los datos se difunden en informes, conjuntos de datos y boletines públicos.

Conclusión

En resumen, la apertura y estandarización de los datos sobre feminicidio no solo son herramientas técnicas, sino también actos de justicia y memoria colectiva. Allí donde los Estados colaboran con la sociedad civil, los datos resultan más completos, transparentes y útiles para la prevención y la rendición de cuentas. Sin embargo, la persistencia de vacíos y metodologías dispares en muchos países siguen dificultando una respuesta global efectiva ante el feminicidio. Superar estos retos requiere fortalecer la colaboración internacional, adoptar estándares comunes y garantizar la participación de quienes documentan y acompañan a las víctimas. Solo así los datos podrán transformar la indignación en acción y contribuir a erradicar una de las formas más extremas de violencia de género.


Contenido elaborado por Miren Gutiérrez, Doctora e investigadora en la Universidad de Deusto, experta en activismo de datos, justicia de datos, alfabetización de datos y desinformación de género. Los contenidos y los puntos de vista reflejados en esta publicación son responsabilidad exclusiva de su autor