El patrimonio cultural producido por el hombre y las civilizaciones en las que se ha desenvuelto, está configurado por un inabarcable conjunto de objetos y manifestaciones tan diversas cronológica, temática y espacialmente como la propia historia de la humanidad. Los bienes culturales que albergan los museos conforman una muestra de este patrimonio tan plural y heterogéneo y son el resultado del tiempo histórico preciso y del marco espacial en el que se crearon y difundieron. Por ello, su naturaleza y descripción solo es explicable en el contexto histórico y cultural en el que se produjeron. Su clasificación resulta ser muy compleja, precisando de unos criterios racionales y homogéneos que permitan adjudicar un tiempo y un espacio específico para contextualizarlos y para la comprensión de las condiciones históricas que los hicieron posibles.