Fecha publicación 01/12/2025
Sistemas de riego
Descripción

Vivimos en una época en la que cada vez más fenómenos del mundo físico pueden observarse, medirse y analizarse en tiempo real. La temperatura de un cultivo, la calidad del aire de una ciudad, el estado de una presa, el flujo del tráfico o el consumo energético de un edificio ya no son datos que se revisan ocasionalmente: son flujos continuos de información que se generan segundo a segundo.

Esta revolución no sería posible sin los sistemas ciberfísicos (CPS), una tecnología que integra sensores, algoritmos y actuadores para conectar el mundo físico con el digital. Pero los CPS no sólo generan datos: también pueden alimentarse de datos abiertos, multiplicando su utilidad y permitiendo decisiones basadas en evidencia.

En este artículo exploraremos qué son los CPS, cómo generan datos masivos en tiempo real, qué retos plantea convertir esos datos en información pública útil, qué principios son esenciales para asegurar su calidad y trazabilidad, y qué ejemplos reales demuestran el potencial de su reutilización. Cerraremos con una reflexión sobre el impacto de esta combinación en la innovación, la ciencia ciudadana y el diseño de políticas públicas más inteligentes.

¿Qué son los sistemas ciberfísicos?

Un sistema ciberfísico es una integración estrecha entre componentes digitales —como software, algoritmos, comunicación y almacenamiento— y componentes físicos —sensores, actuadores, dispositivos IoT o máquinas industriales—. Su función principal es observar el entorno, procesar la información y actuar sobre él.

A diferencia de los sistemas tradicionales de monitorización, un CPS no se limita a medir: cierra un ciclo completo entre percepción, decisión y acción. Este ciclo se puede entender a través de tres elementos principales:


Figura 1. Ciclo de los sistemas ciberfísicos. Fuente: elaboración propia

Un ejemplo cotidiano que ilustra muy bien este ciclo completo de percepción, decisión y acción es el riego inteligente, cada vez más presente en la agricultura de precisión y en los sistemas domésticos de jardinería. En este caso, los sensores distribuidos por el terreno miden continuamente la humedad del suelo, la temperatura ambiente e incluso la radiación solar. Toda esa información fluye hacia la unidad de computación, que analiza los datos, los compara con umbrales previamente definidos o con modelos más complejos —por ejemplo, los que estiman la evaporación del agua o las necesidades hídricas de cada tipo de planta— y determina si realmente es necesario regar.

Cuando el sistema concluye que el suelo ha alcanzado un nivel de sequedad crítico, entra en juego el tercer elemento del CPS: los actuadores. Son ellos quienes abren las válvulas, activan la bomba de agua o regulan el caudal, y lo hacen durante el tiempo exacto necesario para devolver la humedad a niveles óptimos. Si las condiciones cambian —si empieza a llover, si la temperatura baja o si el suelo recupera humedad más rápido de lo esperado—, el propio sistema ajusta su comportamiento en consecuencia.

Todo este proceso ocurre sin intervención humana, de forma autónoma. El resultado es un uso más sostenible del agua, plantas mejor cuidadas y una capacidad de adaptación en tiempo real que solo es posible gracias a la integración de sensores, algoritmos y actuadores característica de los sistemas ciberfísicos.

Los CPS como fábricas de datos en tiempo real

Una de las características más relevantes de los sistemas ciberfísicos es su capacidad para generar datos de forma continua, masiva y con una resolución temporal muy alta. Esta producción constante puede apreciarse en múltiples situaciones del día a día:

  • Una estación hidrológica puede registrar nivel y caudal cada minuto.

  • Un sensor de movilidad urbana puede generar cientos de lecturas por segundo.

  • Un contador inteligente registra el consumo eléctrico cada pocos minutos.

  • Un sensor agrícola mide humedad, salinidad y radiación solar varias veces al día.

  • Un dron cartográfico captura posiciones GPS decimétricas en tiempo real.

Más allá de estos ejemplos concretos, lo importante es comprender qué significa esta capacidad para el conjunto del sistema: los CPS se convierten en auténticas fábricas de datos, y en muchos casos llegan a funcionar como gemelos digitales del entorno físico que monitorizan. Esa equivalencia casi instantánea entre el estado real de un río, un cultivo, una carretera o una máquina industrial y su representación digital permite disponer de un retrato extremadamente preciso y actualizado del mundo físico, prácticamente al mismo tiempo que los fenómenos ocurren.

Esta riqueza de datos abre un enorme campo de oportunidades cuando se publica como información abierta. Los datos procedentes de CPS pueden impulsar servicios innovadores desarrollados por empresas, alimentar investigaciones científicas de alto impacto, potenciar iniciativas de ciencia ciudadana que complementen los datos institucionales, y reforzar la transparencia y la rendición de cuentas en la gestión de recursos públicos.

Sin embargo, para que todo ese valor llegue realmente a la ciudadanía y a la comunidad reutilizadora, es necesario superar una serie de retos técnicos, organizativos y de calidad que determinan la utilidad final del dato abierto. A continuación, analizamos cuáles son esos desafíos y por qué son tan importantes en un ecosistema cada vez más dependiente de información generada en tiempo real.

El reto: de datos en bruto a información pública útil

Que un CPS genere datos no significa que estos puedan publicarse directamente como datos abiertos. Antes de llegar a la ciudadanía y a las empresas reutilizadoras, la información necesita un trabajo previo de preparación, validación, filtrado y documentación. Las administraciones deben asegurarse de que esos datos son comprensibles, interoperables y fiables. Y en ese camino aparecen varios desafíos.

Uno de los primeros es la estandarización. Cada fabricante, cada sensor y cada sistema puede utilizar formatos distintos, diferentes frecuencias de muestreo o estructuras propias. Si no se armonizan esas diferencias, lo que obtenemos es un mosaico difícilmente integrable. Para que los datos sean interoperables se necesitan modelos comunes, unidades homogéneas, estructuras coherentes y estándares compartidos. Normativas como INSPIRE o los estándares de OGC (Open Geospatial Consortium) e IoT-TS son clave para que un dato generado en una ciudad pueda entenderse, sin transformación adicional, en otra administración o por cualquier reutilizador.

El siguiente gran reto es la calidad. Los sensores pueden fallar, quedarse congelados reportando siempre el mismo valor, generar lecturas físicamente imposibles, sufrir interferencias electromagnéticas o estar mal calibrados durante semanas sin que nadie lo note. Si esa información se publica tal cual, sin un proceso previo de revisión y limpieza, el dato abierto pierde valor e incluso puede inducir a errores. La validación —con controles automáticos y revisión periódica— es, por tanto, indispensable.

Otro punto crítico es la contextualización. Un dato aislado carece de significado. Un “12,5” no dice nada si no sabemos si son grados, litros o decibelios. Una medida de “125 ppm” no tiene utilidad si no conocemos qué sustancia se está midiendo. Incluso algo tan aparentemente objetivo como unas coordenadas necesita un sistema de referencia concreto. Y cualquier dato ambiental o físico solo puede interpretarse adecuadamente si se acompaña de la fecha, la hora, la ubicación exacta y las condiciones de captura. Todo esto forma parte de los metadatos, que son esenciales para que terceros puedan reutilizar la información sin ambigüedades.

También es fundamental abordar la privacidad y la seguridad. Algunos CPS pueden captar información que, directa o indirectamente, podría vincularse a personas, propiedades o infraestructuras sensibles. Antes de publicar los datos, es necesario aplicar procesos de anonimización, técnicas de agregación, controles de seguridad y evaluaciones de impacto que garanticen que el dato abierto no compromete derechos ni expone información crítica.

Por último, existen retos operativos como la frecuencia de actualización y la robustez del flujo de datos. Aunque los CPS generan información en tiempo real, no siempre es adecuado publicarla con la misma granularidad: en ocasiones es necesario agregarla, validar la coherencia temporal o corregir valores antes de compartirla. De igual modo, para que los datos sean útiles en análisis técnicos o en servicios públicos, deben llegar sin interrupciones prolongadas ni duplicados, lo que exige una infraestructura estable y mecanismos de supervisión.

Principios de calidad y trazabilidad necesarios para datos abiertos fiables

Superados estos retos, la publicación de datos procedentes de sistemas ciberfísicos debe apoyarse en una serie de principios de calidad y trazabilidad. Sin ellos, la información pierde valor y, sobre todo, pierde confianza.

El primero es la exactitud. El dato debe representar fielmente el fenómeno que mide. Esto requiere sensores correctamente calibrados, revisiones periódicas, eliminación de valores claramente erróneos y comprobación de que las lecturas se encuentran dentro de rangos físicamente posibles. Un sensor que marca 200 °C en una estación meteorológica o un contador que registra el mismo consumo durante 48 horas son señales de un problema que debe detectarse antes de la publicación.

El segundo principio es la completitud. Un conjunto de datos debe indicar cuándo hay valores perdidos, lagunas temporales o periodos en los que un sensor ha estado desconectado. Ocultar estos huecos puede llevar a conclusiones equivocadas, especialmente en análisis científicos o en modelos predictivos que dependen de la continuidad de la serie temporal.

El tercer elemento clave es la trazabilidad, es decir, la capacidad de reconstruir la historia del dato. Saber qué sensor lo generó, dónde está instalado, qué transformaciones ha sufrido, cuándo se capturó o si pasó por algún proceso de limpieza permite evaluar su calidad y fiabilidad. Sin trazabilidad, la confianza se erosiona y el dato pierde valor como evidencia.

La actualización adecuada es otro principio fundamental. La frecuencia con la que se publica la información debe adaptarse al fenómeno medido. Los niveles de contaminación atmosférica pueden necesitar actualizaciones cada pocos minutos; el tráfico urbano, cada segundo; la hidrología, cada minuto o cada hora según el tipo de estación; y los datos meteorológicos, con frecuencias variables. Publicar demasiado rápido puede generar ruido; demasiado lento, puede inutilizar el dato para ciertos usos.

El último principio es el de los metadatos enriquecidos. Los metadatos explican el dato: qué mide, cómo se mide, con qué unidad, qué precisión tiene el sensor, cuál es su rango operativo, dónde está ubicado, qué limitaciones tiene la medición y para qué se genera esa información. No son una nota al pie, sino la pieza que permite a cualquier reutilizador comprender el contexto y la fiabilidad del conjunto de datos. Con una buena documentación, la reutilización no solo es posible: se dispara.

Ejemplos: CPS que reutilizan datos públicos para ser más inteligentes

Además de generar datos, muchos sistemas ciberfísicos también consumen datos públicos para mejorar su desempeño. Esta retroalimentación convierte a los datos abiertos en un recurso central para el funcionamiento de los territorios inteligentes. Cuando un CPS integra información procedente de sensores propios con fuentes abiertas externas, su capacidad de anticipación, eficiencia y precisión aumenta de forma notable.

Agricultura de precisión: En el ámbito agrícola, los sensores instalados en el terreno permiten medir variables como la humedad del suelo, la temperatura o la radiación solar. Sin embargo, los sistemas de riego inteligente no dependen únicamente de esa información local: también incorporan predicciones meteorológicas de AEMET, mapas abiertos del IGN sobre pendiente o tipos de suelo y modelos climáticos publicados como datos públicos. Al combinar sus propias mediciones con estas fuentes externas, los CPS agrícolas pueden determinar con mucha mayor exactitud qué zonas del terreno necesitan agua, cuándo conviene sembrar y cuánta humedad debe mantenerse en cada cultivo. Esta gestión fina permite ahorros de agua y fertilizantes que, en algunos casos, superan el 30 %.

Gestión hídrica: Algo similar ocurre en la gestión del agua. Un sistema ciberfísico que controla una presa o un canal de riego necesita saber no solo qué está pasando en ese instante, sino qué puede ocurrir en las próximas horas o días. Por ello integra sus propios sensores de nivel con datos abiertos de aforos fluviales, predicciones de lluvia y nieve, e incluso información pública sobre caudales ecológicos. Con esta visión ampliada, el CPS puede anticipar inundaciones, optimizar el desembalse, responder mejor a fenómenos extremos o planificar el riego de forma sostenible. En la práctica, la combinación de datos propios y abiertos se traduce en una gestión más segura y eficiente del agua.

Impacto: innovación, ciencia ciudadana y decisiones basadas en datos

La unión entre sistemas ciberfísicos y datos abiertos genera un efecto multiplicador que se manifiesta en distintos ámbitos.

  • Innovación empresarial: las empresas disponen de un terreno fértil para desarrollar soluciones basadas en información fiable y en tiempo real. A partir de datos abiertos y mediciones de CPS, pueden surgir aplicaciones de movilidad más inteligentes, plataformas de gestión hídrica, herramientas de análisis energético o sistemas predictivos para agricultura. El acceso a datos públicos reduce barreras de entrada y permite crear servicios sin necesidad de costosos datasets privados, acelerando la innovación y la aparición de nuevos modelos de negocio.

  • Ciencia ciudadana: la combinación de CPS y datos abiertos también fortalece la participación social. Comunidades de vecinos, asociaciones o colectivos ambientales pueden desplegar sensores de bajo coste para complementar los datos públicos y entender mejor lo que ocurre en su entorno. Esto da lugar a iniciativas que miden el ruido en zonas escolares, monitorizan niveles de contaminación en barrios concretos, siguen la evolución de la biodiversidad o construyen mapas colaborativos que enriquecen la información oficial.

  • Mejor toma de decisiones públicas: finalmente, los gestores públicos se benefician de este ecosistema de datos reforzado. La disponibilidad de mediciones fiables y actualizadas permite diseñar zonas de bajas emisiones, planificar de forma más efectiva el transporte urbano, optimizar redes de riego, gestionar situaciones de sequía o inundaciones o regular políticas energéticas basadas en indicadores reales. Sin datos abiertos que complementen y contextualicen la información generada por los CPS, estas decisiones serían menos transparentes y, sobre todo, menos defendibles ante la ciudadanía.

En resumen, los sistemas ciberfísicos se han convertido en una pieza esencial para entender y gestionar el mundo que nos rodea. Gracias a ellos podemos medir fenómenos en tiempo real, anticipar cambios y actuar de forma precisa y automatizada. Pero su verdadero potencial se despliega cuando sus datos se integran en un ecosistema de datos abiertos de calidad, capaz de aportar contexto, enriquecer decisiones y multiplicar usos.

La combinación de CPS y datos abiertos permite avanzar hacia territorios más inteligentes, servicios públicos más eficientes y una participación ciudadana más informada. Aporta valor económico, impulsa la innovación, facilita la investigación y mejora la toma de decisiones en ámbitos tan diversos como la movilidad, el agua, la energía o la agricultura.

Para que todo esto sea posible, es imprescindible garantizar la calidad, trazabilidad y estandarización de los datos publicados, así como proteger la privacidad y asegurar la robustez de los flujos de información. Cuando estas bases están bien asentadas, los CPS no solo miden el mundo: lo ayudan a mejorar, convirtiéndose en un puente sólido entre la realidad física y el conocimiento compartido.

Contenido elaborado por Dr. Fernando Gualo, Profesor en UCLM y Consultor de Gobierno y Calidad de datos. El contenido y el punto de vista reflejado en esta publicación es responsabilidad exclusiva de su autor.